miércoles, 2 de abril de 2014

Érase una vez un Faro... 

Capítulo 2




Algunos de los ciudadanos pacientes simpatizaron con el Gobierno malvado; asediados por las numerosas ventajas y la deslumbrante luz que traería consigo el Faro al que ellos mismos habían bautizado con el nombre de "privatización sanitaria". Pensaron que ayudaría a combatir la Maldición oscura "crisis económica" y enseguida estuvieron de acuerdo con la construcción de aquella solución. 



El Gobierno malvado, cegado en su empeño de eufemizar la situación, seguía llamando al Faro: "externalización". Lo exponía como un proceso económico en el que una empresa subcontrataba algunas de las tareas propias a otra empresa externa, con el objetivo de conseguir ventajas competitivas con menores costes salariales, un intento de las empresas para reducir sus costes fijos consiguiendo al mismo tiempo flexibilizar su estructura productiva y optimizar el uso de recursos, en definitiva, movilizar recursos hacia una empresa externa a través de un contrato.




El Consejo de Sabios de aquel lejano país, sabía que lo que realmente pretendía hacer el Gobierno era transferir propiedades y funciones gubernamentales desde entidades públicas hasta entidades privadas, es decir, construir una "privatización sanitaria" en toda regla.

Aún así, los Ciudadanos pacientes comenzaron a aportar ladrillos, paulatinamente avanzaba el levantamiento del esperado Faro, hasta que... ¡¡UN DÍA!! el Consejo de Sabios se reunió alrededor del pueblo, y en un intento de desintoxicarlo de argumentos disfrazados, vaticinó todas las posibles consecuencias nefastas que para los Ciudadanos acarrearía la construcción del Faro.

Los sabios contaron que el faro despojaría al Sistema Sanitario hasta ahora público, del poder de planificación y control, acabando el Sistema fragmentado, y dotaría de mayor poder a las multinacionales, permitiendo a estas seleccionar áreas más rentables del Sistema. Además, brotarían en las orillas del faro elevados costes de transacción, exigentes negociaciones por parte de las empresas privadas por no olvidar que, al promover la competencia entre empresas, se frenaría el desarrollo de los sistemas de información. Al jugar con contratos exageradamente prolongados, se tendría poca flexibilidad, lo cual no estaría teniendo en cuenta la plasticidad del sector sanitario, en lo que a nuevas tecnologías y situación económica se refiere, surgirían mercados secundarios y sería muy difícil alcanzar la transparencia.
En el ámbito asistencial, condicionaría las decisiones de muchos profesionales como consecuencia de nuevos gerentes al frente de las unidades hospitalarias, otorgaría mayor peso y prestigio dentro de los centros sanitarios a los profesionales clínicos cuyas especialidades necesitasen tecnologías más avanzadas, adquiriendo esos profesionales mayor capacidad para conseguir recursos económicos y se seleccionarían pacientes con criterios de dudosa justicia y equidad, rechazando a aquellos con patologías más consumidoras de recursos.

Así, si la empresa se hundiese en la quiebra, las nubes de la Maldición oscura "crisis económica", estallarían, escupirían truenos y relámpagos y lanzarían sobre el Faro, los Ciudadanos pacientes, El Consejo de Sabios y el Gobierno malvado, una lluvia monzónica de conflictos éticos y  elevados costos administrativos.
El Consejo de Sabios abrió los ojos de los Ciudadanos pacientes, y les hizo ver que el Faro no con tanta seguridad traería consigo la transferencia de riesgos a empresas privadas, ya que un fallo estratégico de éstas acabaría impactando como una máquina demoledora sobre el Gobierno malvado y con ello sobre el país.

Fue cuando, al escuchar que se perderían muchos puestos de empleo, que la colaboración inter-niveles pondría en peligro la atención integral y que los contratos tenderían a la precariedad. ¡¡De repente!! los Ciudadanos pacientes, soltaron los ladrillos y paralizaron la construcción del Faro.

YUYI 




No hay comentarios:

Publicar un comentario